viernes, 28 de febrero de 2014

Poema 6 (Pensamientos o no)

Lo único que mi mente quería era dormir, mas
en aqueste paraje en el que mi alma perturbada
solía vivir, los sueños sobrevolaban ahuyentando
todo atisbo lejano de pensamiento, que en un tiempo fueron
lo mejor o peor (según) que a mi ser le pudo pasar.

O eso creía yo, decían que pensar era bueno, pero cuando los pensamientos se revelan,
un ardor oscuro acecha tras nuestras puertas. Yo, revelé los míos
los cuales se encontraban aislados en un lugar recóndito (apetepórico) de mi sesera.
Aquel lugar que solo yo tenía acceso y que no quería ocultar.

Aquellos pensamientos crueles que capaces son de matar
pensamientos que al hombre dañan. Por eso quería sacarlos de mí.
Pero había un problema: Ellos no querían irse, y mandaban sobre mí... o no.

jueves, 27 de febrero de 2014

Poema 5 (Iluminados son los que son nacidos en ti)

La luz que brillaba en aquella habitación
tan similar a la encontrada en la mirada de un niño
era la luz especial, era la luz del nacimiento
cuya aparición indicaba inequívocamente
que aquel día un nuevo ser aparecería en este globo.

Yo entonces no lo sabía, pero aquella frágil criatura cambiaría
radicalmente todo mi mundo alrededor del cual yo, no quería
otra cosa sino desaparecer totalmente. Mas ingenuo de mi, creyendo que era algo físico
al pasar los días, mi cuerpo no conseguía atrapar a esa alma metafísica
que acababa de nacer y habitaba en mi más profundo
sentimiento que no solo conseguía acelerar el pulso de mi corazón,
sino que también capaz de quitarme el sueño y así romper el hechizo
del sueño en el que mi primer alma vivía
creyéndose inmortal ante el inquebrantable paso del tiempo.
Desde entonces, la luz nunca fue tan brillante, como antes.

martes, 18 de febrero de 2014

Poema 4 (Mi yerto pelo)

Yerto matojo de pelo de escoba afligida,
hermosa peluca como césped recién cortado.
Tus surcos navego con mi palma cóncava 
y tu nuca acaricio suavemente con las mías manos.

En hora lectiva te cantamos, te llamamos. 
Tu nuevo pelo responde por ti y clama:
"¡Maldita sea el peluquero! ¡No acaben en la estrada!" 
Mas aquel día, estaba increíble: 
bipartita la nuca en dos prácticas rugosas,
grandes como dos Lunas de Mercurio.
Uniformes con cierto suspiro a almendra.

La pelambrera que fue signo de su infancia, 
Diegito, inválido de consciencia, sueña con ser princesa
pero no lo será de este castillo sino del más grande y majestuoso
premio de belleza del condado de Rawthone, pues a partir de ahora 
se dio cuenta de que dejó de ser un niño y tan desolado se sintió que 
pegarle a su padrastro con una tabla le dio seguridad con su cometido. 
Diegito de verdad pensaba que le volvería a crecer el pelo, mas
el verso anterior es muy largo cabrón, la esperanza sería otra a lo súbito inacabable 
del mejor poema que se haya escrito en la península, tratándose
de una composición gráfica-piramidal del Bronx, 
zona marginal en la cual los peinados reinaban libremente 
los callejones. Oh, puta.

Carlis jugaba a sacarse cera de los oídos:
y soy el segundo verso y en tus muertos me cago. 
Siendo yo el tercero alabo tu pelo hermoso.
 Pero al fin y al cabo, 
es solo pelo. Un mal pelo. 
¿Cuándo se jodió Perú?

[De aquí a las olimpiadas de poemas. "Y soy el segundo verso y en tus muertos me cago" XD? Cómo se nota que no lo he escrito yo. Por cierto que lo de ser princesa y el premio de belleza, poco tienen que ver, porque me contratan en la tele¡]

sábado, 15 de febrero de 2014

Poema 3 (El lugar apetepórico)

Salí de mi casa en un día tan alegre como una noche de verano, con una brisa que mi cara acariciaba. Respiré hondo y sin prisas recorrí con mis ojos el camino que aquella tarde recorrería no por vez primera, mas quizás por última vez tras llevar a mi alma, que una vez vendí al lugar más hermoso que mis inocentes ojos hayan visto jamás.

Comencé a caminar, con una sonrisa pintada en mi cara. Me dirigí hacia aquel locus, parecíase a algo soleado de un sueño, pues su resplandor hacíame brillar en los ojos una luminiscencia propia de los que están enamorados, pero uno no podía amar a un lugar, o eso pensaba al principio, cuando aún estaba allí.
Aquel árbol frutal que parecía sacado del mismísimo Jardín del Edén, un árbol inigualable, tan grande, tan bello y tan verde.

Bajo sus hojas podía descansar tumbado sobre un mullido césped, escuchando el dulce correr de las aguas tan claras como un cristal que parecía brillar para mí, con los incesantes rayos de Sol de una tarde de domingo cuya brisa era únicamente de los últimos días de semana.
Aquel carácter melancólico de la tarde, me hizo reflexionar sobre la vida de Emiaj, aquel árbol tan hermoso que como todo en este mundo, acabaría pereciendo bajo aquella lúgubre luz de Sol.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Poema 2 (El salto que el corazón dio desde el rascacielos)

Estando yo en aquel paisaje, contemplaba el horizonte pensando en mi nuevo amor que en mi corazón se erguía como un rascacielos. Mas yo seguro de que todo rascacielos acaba cayendo, intenté comprender el significado del amor.
Mientras meditaba, llegué a la conclusión de que el amor y el corazón no eran más que mera ilusión en la cual la vida de basa engañándose a sí misma.

Entonces sentí que mi ilusión y amor, caía de dicho edificio, hacia un agujero tan negro como el alma de un vulgar asesino, tan negro como una noche de Luna nueva, como un corazón en descomposición, pero como en todo lo malo hay algo bueno, en esa caída había algo positivo. Sentía cómo poco a poco mi negro y helado corazón se liberaba de aquel horrible tormento que me perseguía desde que la conocí, desde la primera vez que sus lentos pasos venían hacia mí dudosos de si merecía la pena o no, pasar la eternidad con el alma a la que entregaría su mismo corazón, oscuro corazón.

Tenía que encontrar la forma de sanar ese podrido corazón, y sólo podía hacerlo, viéndola a ella de nuevo, estando a su lado. Mas, ¿no es más cierto que ella fue la causa de mi desasosiego? Pero imposible era calmar dicha oscuridad, pues su alma clamaba a gritos la venganza que tanto ansiaba tras encontrar a mi propio corazón tan roto como un espejo hecho pedazos.

Dedicado (cómo anteriormente fue dicho) a Osé u Osi. (XD)

Poema 1 (En la noche más oscura)

Así con esa nueva alegoría al nuevo mundo, me dirigí hacia mi amada que, entre las oscuras tinieblas de la más oscura noche, encontróme solo contra ella cara a cara. Díjole que se escapara de sus más terribles miedos, a lo que ella vino corriendo hacia mí a resguardarse en mis brazos, buscando el refugio que tanto anhelaba tras los duros años de sufrimiento que pasó cerca de ese animal, que se hacía llamar como La Criatura Oscura.

En la noche más oscura, en esa en la que ni tu mirada ilumina tu camino, de esas en la que la Luna es el único reflejo en el oscuro camino en el que transcurro. Mas yo, solitario, que me encuentro buscando a mi amor, mas ella sin saber que yo seré su futuro amor más lejano.
Y en aquel momento, cuando toda esperanza fue perdida, apareció aquella mirada de ojos verdes, mas yo sin esperarlo en aquel camino sin final, encontré una salida alternativa, allí estaba ella, de pie, esbelta, alta, esperando a su amado que era yo. Su pelo ondeaba al viento, mas, ¿no es más cierto que el pelo que antaño era rubio, ahora estaba cubierto de canas, tan blancas como la nieve? Mas yo, seguro de que era mi amor de años pasados en los que llegué a amarla tanto como a mi vida, o incluso más. Y por esa razón, desde lo más alto de un puente, me lancé al vacío, con toda mi esperanza por los suelos, esperando ver algo que en mi vida había visto. ¿La muerte quizás? No. Esperaba ver aquellos brazos amplios que tiempo ha me aguardaron, apartando todos mis miedos.

Y mientras caía lentamente en aquel abismo de soledad, tan negro como la misma noche en la que yo empecé soñando, me encontré sin ver nada, algo parecido al limbo, mas yo no sabía, confuso. La muerte o quizás algo mejor me esperaba abajo del todo, sin saber, indeciso, seguí bajando lentamente. Al caer del aquel abismo infernal, me encontré en los brazos de Lenka, aquel ángel, que, como caida del cielo me abrazaba, eliminando todos mis temores por completo  y dándome una seguridad que tanto necesitaba para seguir adelante con mi vida. Recordóme aquella época tan feliz en la que ella vivía, en la que todavía, aquel coche no había atropellado, que fatídicamente, se llevaría su vida.
Lentamente, después de caer sobre sus brazos, su mirada llegó a la mía, nuestros ojos conectaron, fue un instante, en el que sus bellos ojos azul ártico, iluminaban y daban color a toda mi vida que en aquella oscuridad, dibujaban un bello paisaje, aquel en el mismo que años atrás nos habríamos encontrado por primera vez, un paisaje lleno de hierba, césped y grandes prados, en los que rodar y rodar.
Y entonces, recordando aquellos tiempos, transformóse el hermoso paisaje en un escenario muy distinto, aquel en el cual, en aquella calle, en el que el coche sin mirar, atropellaba con desprecio a lo que fue el amor de mi vida y en ese momento recordando aquel instante desmoronóse toda la imagen que tenía de Lenka, aquel ángel que cayó del cielo como si pintara fuera.
Mas su mirada solo me podía recordar una cosa, aquella triste luz de primavera en la cual yo solo podía recordar aquellos tiempos tan felices que vivimos, Lenka y yo, juntos de la mano.
Solo recordaba su mirada, que hacía recordar aquellos momentos en los que podíamos pasear bajo la sombra de los árboles, mas sin embargo aquella imagen rápidamente desapareció conforme sus brazos parecían desparecer, de entre mi espalda. Y volvía a esperar tu destrucción de odio y soledad. Odio y soledad que solo podía esperar bajo los brazos de Lenka.
Y, mirándola directamente a los ojos, yo podía recordar sus ojos verdes, tan expresivos, tan llenos de vida y de esperanza que casi podría decirse que era un mero reflejo de los míos, mas inocente de mí, pobre, triste y creído de mí, desasosiego en el momento en el que de repente sus brazos, tocaron los míos y justo en ese momento, mis pelos parecían escarpias, todo en mí se estremeció. Nuestros dos cuerpos se fusionaron en uno, nuestros dos labios en uno, por tanto allí no había solo dos personas sino solo una muy enamorada y lo más feliz que pueda esperar. Pero sin yo esperarlo sentí algo en mis labios algo inesperado.
Entonces en ese momento en el que la vi, el tiempo se detuvo, las hojas se mecían al viento, pero, yo no podía dejar de mirarla. Inconsciente de mí, su mirada me atrapó en un torbellino de mar y viento. Yo sin poder escapar de aquel hermoso y a la vez tenebroso espectáculo.

Los brazos de aquel ángel, no eran tan duros y fuertes como en un principio mi alma pensó.
No podía dejar de pensar en ella, todo el día, toda la noche, a todas horas, a cada instante, mas cada vez que yo cerraba los ojos me encontraba con aquella cara resplandeciente blanca como la superficie de la Luna, mas más oscura que el más tenebroso agujero negro y, entonces, cuando los abrí, me dí cuenta de que estaba solo, tumbado sobre mi cama y aquí concluye la grabación.
Morí pues, solo y abandonado con el corazón hecho pedazos en aquella noche tan oscura.



miércoles, 5 de febrero de 2014

Rojo

Rojo. Lo que recuerdo de aquello es que todo era rojo. Rojo como la sangre que recorre nuestras venas, rojo como el fuego que une dos almas por medio del ignífugo cordón de metal invisible, rojo como una canción que sangra.
Cuando empecé a recordar aquello, la piel se me puso de gallina, todo mi ser se estremeció como un terremoto que solo sabe vibrar y romper cosas.

Me encontraba en el suelo, descansando, en un apacible césped artificial de una montaña artificial, mi casa. Escuchaba mi música habitual, con mis altavoces a todo volumen. Con los ojos tan cerrados estaba que no vi venir aquella gran bola de fuego que separaba mi fantasía con la realidad. Supongo que antes de impactar sobre mi gran casa de madera, se paró un momento para observar mi reacción. Reacción que no llegó a suceder. Así pues un gran impacto creí escuchar, al principio no quise darme cuenta, pero el olor a quemado era demasiado evidente como para dejarlo pasar. Abrí lentamente los ojos, aún no sabía qué había pasado. Mis párpados se cerraban continuamente, quizás solo para apartar la humedad que el humo producía o quizás apartar las lágrimas que salían. No era consciente. La canción terminó y con ella el disco que escuchaba. El crepitar de la madera se me hizo sordo en aquel momento. Mis cosas de la casa se estaban quemando. Mis fotos, muebles y recuerdos, todos y cada uno de ellos muriendo por mi baja atención y mi pasividad.
Un fuerte dolor de pecho sentí al levantarme, un olor a quemado horrible me llegó de pronto. Me levanté en busca de mi aerosol para el asma y me volví hacia mi casa y no estaba allí. Tan solo un reguero de madera quemada y chamuscada quedaba en aquella colina que mi casa era o fue durante un tiempo. Mis recuerdos, pensé. Mi vida entera, recordé.
Un objeto extraño se podía observar desde mi posición, un objeto grande, misterioso y rojo como el fuego que quemó mi casa y mi vida.
Calor, es lo que sentí al acercarme a aquel objeto tan extraño que mi casa había destruido. Me aproximé más de lo que un humano normal podría acercarse a una bola de fuego de aquel tamaño, y cuando mi cara, que no me quemaba, casi rozaba aquel objeto, pude sentir que me hablaba, aquello me hablaba y me decía cosas que aún yo no entiendo, cosas que son inexplicables para mí. Me embriagó tanto la belleza de aquello que observarlo era todo un reto, pues poseía muchos detalles maravillosos.
Entonces quise acariciarlo y fue cuando explotó en mil pedazos, mil destellos rojos recorrieron mi hogar, mil fragmentos rojos que se me clavaron en el pecho y mil recuerdos rojos en mi mente estallaron. Estallada la gran bola de fuego, lo único que pude pensar es en el dolor rojo que en mi alma se posaba, me comía como gusanos que comen cadáveres.

Ahora, aquí sentado, el rojo tiñe esta página en blanco, el rojo es el principal protagonista es la principal palabra.
Rojo como el fuego. Roja como la sangre.