Érase una vez, un conejito, una ardilla y un ratón que vivían en una
aldea muy soleada del bosque. Casi siempre brillaba el sol y todos los
animalitos salían a jugar entre las flores y los arbustos con sus
juguetes.
El conejito tenía una pelota con la que jugaban a
muchos juegos divertidos, la ardilla tenía una cuerda con la que todos
saltaban a la comba y el ratón tenía unos cuentos que leía a sus
amiguitos cuando todos descansaban después de jugar.
Pasaban las
tardes jugando y siempre estaban riendo. Nunca se enfadaban unos con
otros, se ayudaban en todo lo que podían y les gustaba compartir sus
juguetes y divertirse juntos. Pero un día, todo cambió…
Una
familia de animalitos llegó a la aldea. Eran unas tortugas que venían de
otro lugar y que buscaban un nuevo sitio donde vivir. La tortuga más
pequeña era de la misma edad que ellos y tenía un juguete que nunca
habían visto por la aldea. Era un juguete volador con una forma muy
extraña. La tortuguita lo hacía volar por toda la aldea mientras los
animalitos miraban extrañados. Hasta que un día todos se acercaron a
preguntar:
¡Tortuguita, Tortuguita! ¿Qué es ese juguete?
La tortuguita los miró y respondió:
Es una cometa voladora
El
conejito, la ardilla y el ratón se sorprendieron de ver aquella cometa y
todos querían jugar con aquel juguete tan divertido así que le dijeron:
¡Tortuguita, Tortuguita! ¿Quieres venir a jugar con nosotros y enseñarnos cómo jugar con tu cometa?
Pero la tortuga, muy enfadada, les dijo:
¡No! La cometa es sólo mía. Vosotros no podéis jugar con ella.
Todos
los animalitos se entristecieron y se fueron a jugar con sus juguetes
mientras veían como la tortuga se divertía con su cometa voladora. No
entendían por qué la tortuguita no quería jugar con ellos.
Todas
las tardes salían juntos a jugar con la pelota del conejito y la cuerda
de la ardilla y siempre terminaban escuchando los cuentos del ratón. La
tortuguita no se acercaba a ellos y jugaba sola con su cometa.
Un
día, mientras todos los animalitos jugaban juntos, observaron como la
tortuga se divertía con su cometa, pero algo ocurrió. De repente, la
cometa salió volando y se fue muy muy muy muy lejos y la tortuguita se
quedó triste porque no la encontraba por ningún sitio.
El
conejito, la ardilla y el ratón vieron como la tortuguita se iba a su
casa triste y se dieron cuenta de que en los días siguientes la
tortuguita no salió a jugar como acostumbraba.
Todos los
animalitos pensaron que la tortuga estaría muy disgustada porque había
perdido su juguete así que pensaron que entre todos podrían hacer algo
para ayudarla. Una tarde, en vez de salir a jugar con sus juguetes,
decidieron salir a buscar la cometa de la tortuguita. Buscaron y
buscaron y pidieron ayuda a todos los animalitos del lugar para
encontrarla lo más rápido posible hasta que por fin vieron que la cometa
estaba en un árbol.
Llamaron a los pajaritos de la aldea para
que volaran hasta la cima del árbol y entre todos consiguieron la cometa
voladora así que, muy contentos, fueron a buscar a la tortuguita para
darle una gran sorpresa.
Cuando llegaron a la casa de la tortuga, todos la llamaron para que saliera:
¡Tortuguita, Tortuguita! ¡Sal con nosotros! ¡Tenemos una sorpresa para ti!
La
tortuga salió con el resto de su familia y todos vieron que los
animalitos de la aldea habían tenido un gesto muy bello con ellos. La
tortuguita, muy feliz, dijo:
¡Es mi cometa voladora! ¡La habéis encontrado!
Los animalitos devolvieron a la tortuguita su juguete tan preciado y muy contentos por lo que habían hecho fueron a jugar.
La tortuguita se quedó jugando con su cometa hasta que sus papás se acercaron y le dijeron:
Tortuguita,
los animalitos de la aldea te han ayudado a encontrar tu cometa y se
han portado muy bien contigo. ¿Por qué no juegas con ellos y les dejas
jugar con ella?
La tortuguita se dio cuenta de que sería mucho
más divertido jugar con el resto de animalitos y que a todos los
animalitos les haría muy feliz jugar con su cometa voladora así que se
acercó a ellos y les agradeció el bonito gesto que habían tenido.
Desde
ese momento, todos los animalitos de la aldea jugaron con la tortuguita
y compartieron sus juguetes y la tortuga, muy feliz, les enseñó a jugar
con su cometa voladora.
sábado, 30 de mayo de 2015
La noche es nuestra.
La noche es nuestra.
La noche es nuestra, susurramos mientras corremos por los infinitos prados, tan verdes como las flores de los nenúfares. Surcando el mar, flotando como peces arrastrados.
Dijimos que nunca más. Dijimos que ya no más. Pero sabemos que en el corazón siempre llevaremos al amor, aferrado como una idea inborrable, como una noche perfecta.
El baú lleno, explotó para volver a cerrarse.
Somos agua llevada por el viento y la marea.
Somos gotas de lluvia que arrasa con todo.
Somos la destrucción.
Somo la nada.
La noche es nuestra, me susurras al oído.
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