Os contaré la
historia de la orquesta que dio tranquilidad al lugar más oscuro que
hubo. Un lugar donde las tinieblas arrasaban con todo lo que a sus
alrededores había. Un lugar, donde toda esperanza de vida, era nula,
no se podía respirar por la falta de oxígeno, donde el propio vacío
te comía las entrañas como si millones de gusanos te calcinasen a
la vez.
Este lugar, que
hoy describo, albergó vida una vez, pero sus habitantes cayeron en
la tentación de la vaguería y el pasotismo, el paisaje les dio una
oportunidad para seguir adelante con una renovación del mismo. Pero,
estos no hicieron caso a nada de lo que el reino de la fantasía les
dijo.
Asi que, fantasía
murió y se instaló el caos total entre los habitantes , que
guerrearon entre sí durante siglos y siglos, hasta que nadie quedó
entre las sombras. La luz que una vez brilló, ya no existía. No
quedó nada después de las sangrientas guerras. Nada.
Después de que
todo esto pasase, se abrió entre la oscuridad un claro, donde se vió
reflejada la esperanza de un niño, aquella esperanza que todos
necesitaban pero que nadie prestaba atención, pues era tan pequeña
que no merecía la pena verla y además que era más fácil y seguro
seguir ocultos en las sombras porque tenían miedo, esa luz les era
desconocida, No podían permitirse adentrarse en lo desconocido.
Ese niño, sin
embargo, no menguó su ansiedad de descubrir, sino que aumentó su
intensidad al ver que nadie le oía. Se hizo mayor un día y, después
de tanto esperar, explotó y se convirtió en una voz grave, sonora,
voz que todo el mundo escuchó y entendió, por primera vez en muchos
años.
Después de
explotar, ya nada quedó en su interior, solo el sonoro latido de su
corazón.
Pum...pum......pum...pum.......pum...pum.
Alguien
desconocido y ajeno a aquel muchacho se le acercó, le tendió la
mano y, juntos formaron un pulso concordante y preciso. Ajenos en uno
del otro, pero con un mismo sentimiento, fueron los mejores, pero no
los únicos pues se sumaron más a ese pulso que nadie jamás
pararía.
Pum...pum......pum...pum.......chstt.
Estupefactos por
aquel nuevo sonido, los miembros de este lugar pensaron que la
monotonía no era buena, asi que, acogieron a ese nuevo sonido que no
discordaba nunca, así pues, unos de unían al pulso y otros al
contratiempo.
Pum...chstt...pum...chstt...pum...chstt.
Los unos y los
otros seguían siendo ajenos entre sí, pero algo los unía, algo
hacía que se mantuviesen unidos para toda la eternidad.
Se crearon nuevos
sonidos de percusión, hubo un día en que alguien dijo que se
debería hacer otra cosa, “¿otra cosa como qué?”, preguntaron
los demás, él se lo pensó un rato, hasta que ella dijo que se
podría hacer algo que lo llamaría melodía, pues era el día del
melón y que consistía en subir o bajar la presión de la garganta,
que se conseguían distintos sonidos y muy diferentes a los que hasta
ahora conocían, así pues, con esa nueva propuesta y con una
renovada energía en el cuerpo, tocaron las melodías.
Pronto se dieron
cuenta de que eran pocos habitantes en esa zona, aún joven de vida,
porque en ese lugar, reebosaba toda la vida que se podía querer,
pero todavía no se habían expandido por todo el mundo.
Decidieron pues,
mandar a una vida a que pregonase ese sentimiento, que lo instaurase
allá po donde pasase y ésta vida se fue, se separó del grupo y se
fue.
Era una flor, con
una voz flautista y de una sola nota . Se pasó días enteros tocando
y tocando, se pasó semanas, meses, incluso años y décadas, pero
nada ni nadie vio. En esas tinieblas tan oscuras y desoladoras, nada
se movía. Sentía frío, su bemol estaba desafinado, no tenía ganas
de nada, solo de volver a casa con los suyos que la acogían, pero
estaba perdida en mitad de la nada. Se congeló y allí quedó
atrapada a la espera de que alguien la buscase. Esperó, esperó y
esperó, hasta uqe se propio nombre olvidó. Su alma, congelada, se
rompió en mil pedazos.
Sus fuerzas
disminuyeron tanto que parecía que ya nada importaba, se olvidó de
reir y de llorar.
Muy lejos de
allí, lejos de la tristeza y de la desolación, la orquesta musical
jamás montada, se preocupó por esta flor de dulce entonación. Les
costó mucho aprobarlo y decidirlo, pero, después de muchas
reuniones y, con pulso lento y decidido, se adentraron en lo
desconocido, todos y cada uno de los miembros, bombos, cajas,
tomtones, platillos, bajos, guitarras y muchos más, fueron en busca
de este miembro perdido hacía mucho tiempo.
Juntos y
dispersados, por aquella tierra fría y oscura, se repartieron y allá
por donde pasaban, instauraban, el calor, la luz, y la felicidad de
ellos mismos, allá por donde pasaban, la hierba, las flores y
árboles, animales, ríos, nacían y crecían como en una
competición, por sus tamaños.
Aquello no fue
tarea fácil, pues era un mundo tan grande e inmenso que tardaron
semanas, meses, incluso años en restaurar todo el daño producido en
la guerra de las guerras. Y no había ni rastro de aquel ser que un
día se separó del grupo.
Cuenta la leyenda
que su nota aún resuena a través de los tiempo, con un sonidoo
triste y lleno de desesperanza. Su alma, llena de odio y hecha
pedazos, algún día se vengará y será tan poderosa que la ira y la
furia serán sus aliados.
El error cometido
por el consejo musical de la orquesta, lo pagaría muy caro, pues
ellos y solo ellos, la enviaron a la fría y oscura noche del mundo.