Historia
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Es el día perfecto. Perfecto para empezar la última de
las historias. La quinceava. ¿Por qué es el día perfecto? Llueve,
truena y relampaguea. El cielo es un manto de nubes, llenas de agua.
La cual cae anhelando un impacto que la haga libre, un impacto que la
proteja.
Espero que esta historia se extienda más allá de los
límites de la hoja de esta libreta, que se extienda y narre lo que
soy y lo que siento. Que explique por qué con el más absoluto
detalle.
Nací en un pueblo relativamente pequeño, al lado de la
capital de la región. Allá por el noventa y seis nací, mi
novecientos claro. Actualmente tengo dieciséis años, aunque con el
paso de las palabras, tendré más que ahora. Estudio en la capital.
Para los recién llegados, no estoy hablando más que de la bella
ciudad de Mérida, con sus murallas romanas bien construidas y
resistentes...No, me he ido por las ramas, es romana, pero murallas
que yo recuerde, no posee. Se conservan acueductos de más de dos mil
años, teatro y circo, anfiteatro y arcos. Es pequeña, pero
tranquila, aunque mis padres dicen que hay zonas peligrosas. Yo lo
acepto y lo sé, pero son personas normales y corrientes y también
sienten miedo a morir, porque quieren vivir, como todo humano.
Miedo a morir, ¿alguien sabe para qué vivimos? ¿Nadie?
¿Entonces qué miedo hay? El miedo es solo una idea y, como idea, es
un parásito que, una vez agarrado, no se puede quitar. Las ideas son
el parásito más letal para el ser humano. Cuando aprendamos una
cura para el miedo, entonces estaremos avanzando. Sin miedo por la
vida.
Mi infancia no fue tan dura como la siento ahora. Estaba
solo, sí. No tenía a mucha gente, solo a mis padres y un par de
amigos que cambiaban sus caras. Me pegaban, tuve demasiados
problemas y tuve que aprender a madurar rápido. Con ocho años, yo
ya pensaba que con la edad que tenía, era una estupidez pegarse,
pero lo tenía que hacer, ya que era o me pegaban o pegaba. Recuerdo
que con cinco años, pegándome con el más chulo de la clase,
derribamos un mueble entero que se cayó encima de unos de nuestros
compañeros. Menos mal que se protegió debajo de una mesa. Al día
siguiente fue a clase con un ojo morada y la cara magullada. Fue la
anécdota más contada. Seguimos pegándonos hasta los once años,
después maduró y dejó de meterse conmigo. Hoy en día es un
estúpido perdido por la vida. Me discriminaban por no creer en Dios
y por no estar bautizado. Yo elegí no dar religión y en esas horas,
me iba con un maestro a parte a hacer otras cosas, como ejercicios de
lengua o inglés. En el último año de primaria (sexto), en esas
clases, me quedaba a escuchar. Eran un rollo. Lo más destacable de
primaria quizás fuesen las clases de música y plástica, donde
hicimos un teatro de luz (con luz negra y cartulinas florescentes).
Nos quedó bastante bien y fue muy divertido. También montamos
historias con muñecos que parecían moverse solos. Les hacíamos
fotografías y las juntábamos para que cada foto fuese un frame de
un vídeo, y así los muñecos, cobraban vida.
En educación física jugábamos siempre al fútbol,
donde siempre yo, era el portero. Hasta que un año llegó otro
profesor y nos enseñó diferentes juegos del mundo. Por ejemplo, uno
que recuerdo muy bien es el Kimball, que me gustaba por la pelota que
era enorme y la golpeabas con fuerza y salía disparada muy lejos.
Unos de mis juegos favoritos eran las carreras de orientación, donde
podías combinar el pensar con el correr. Me gustaba mucho hacerme
con la idea del terreno de juego. Nos llevó a una competición
regional y quedé primero, aunque no gané pues me quedé un punto
sin marcar pero porque nos dijeron que solo teníamos que marcar
catorce puntos y no quince como yo tenía en mi tarjeta. Después me
enteré que los catorce puntos eran para las chicas y los chicos eran
quince.
Así pasé a quinto y a sexto, donde tuve a mi primera
chica besándo mis labios. No fue mágico ni nada parecido, fue algo
paralizante, ya que mis ojos se cerraron sin yo quererlo, mi cuerpo,
manos y piernas, no las podía mover. Paralizado, así me quedé. Al
cabo de un mes estaba harto de que se metiesen conmigo por cómo era
ella y la dejé, dejé nuestra relación. Yo a ella no la quiero,
pero ella a mí me quería con locura y hoy día creo que aún me
quiere.
Proseguiré mi relato, aquí, sentado o tumbado, cansado
o vago. Intento recordar hechos de mi vida pasada, pero me doy cuenta
que todo ha sido un perder el tiempo, una mentira piadosa. Todo
cuanto he vivido, he hecho y he tocado, ha sido para perder el tiempo
y no conseguir nada. Últimamente lo único que quiero es desaparecer
de aquí y que me dejen en paz. Siempre quejándonos, creando,
destruyendo, siendo, estando, sintiendo. Yo quiero vivir en un mundo
donde no tengas que desconfiar de nadie. Todos reclamamos libertad,
justicia e igualdad, nadie nos la da y nosotros agachamos la cabeza y
decimos que así debe ser y así será. No somos nadie, sociedad,
nada, sociedad. Soy un joven sin experiencia.
Pasé a primero de la E.S.O en una clase de repetidores
burdos sin ganas de aprender, solo tres personas aprendíamos en ese
curso, solo los tres sabíamos que el futuro depende del presente.
Así pasamos a segundo, donde la clase mejoró un poco, he de
mencionar que promocioné a segundo con seis sobresalientes.
En ese año, segundo, tuve a mi segunda “novia”, fue
más maravilloso que la primera, aunque solo era algo meramente
físico, así que nos dejamos porque no era viable la relación.
Ahora ella es un poco asquerosa y ni se acordará de mí. Bueno, qué
se le va a hacer.
Después de segundo vino tercero y después cuarto. En
estos años lo único destacable que hubo gue encontrar en la música
una relajación. Aprendí a tocar el bajo eléctrico y el piano,
formamos un grupo de música que dábamos conciertos al final de cada
trimestre. No me gustaba nada de lo que tocábamos pero yo aprendía y
mejoraba. Me liberaba de estudiar, conseguía abstraerme de la
realidad y disfrutaba. Del caos saqué la armonía. Me saqué el
título de la E.S.O y me gradué. Lo que mejor recuerdo es que toqué
el piano sólo y delante de todos, fue maravilloso, aunque me
equivoqué en varias notas. La excursión de fin de curso fue un
tanto aburrida, fuimos a Mallorca, que es bonita, pero todos querían
beber y salir de fiestas y emborracharse. Aunque conocimos gente
nueva de allí y lo pasamos muy bien.
No he mencionado otro amor (el tercero) que tuve en
cuarto. Éste fue muy diferente a los otros pues me enamoré de ella
a través de internet y nunca la había visto en persona. Pero es
que, la de cosas que se pueden llegar a sentir con tan solo leer las
palabras de alguien, es muy maravilloso y espléndido, porque llegan
a todo tu ser y tocan esa parte de tí que es tan sensible. Y después
de estar casi cuatro meses así, con mensajes y textos, un día, lo
tuvimos que dejar, pues la realidad vino y nos sacó de nuestras
celdas de amor. Y lo dejamos, ya ni nos hablamos, Así quedó aquella
experiencia. He de decir también que empecé a escribir en un blog
por ella, porque ella tenía uno donde colgaba sus pensamientos y yo
la imité y después de tres meses de conocerla, me lo creé, Aún
sigo escribiendo en él.
A parte de mi vida escolar, he hecho más cosas, como
viajar con mis padres a casi todos los lugares de España que hemos
podido, Hace tres años o dos, viajamos a París, el mejor y más
largo viaje que hemos hecho. Estuvimos una semana y lo vimos casi
todo, fue un no parar, La torre Eiffiel es maravillosa. Fui de
intercambio a Eslovaquia en tercero de E.S.O, otra semana. He ido a
un montón de campamentos, desde los siete años, así que hace diez
que estoy en los campamentos. Este año he ido con dos amigos de
clase al norte de España (Orio).
Pasé a primero de bachillerato, donde conocí a cuatro
amigos diferentes entre sí, pero amigos que se quieren (con dos de
ellos fui a Orio).
En primero me cansé bastante estudiando. Era un sitio
nuevo, gente nueva, un cambio total para mí. Aprendí demasiado y
aún recuerdo esos conocimientos. Empecé a empapelar mi habitación
con folios de tamaño A3 donde escribí todas las fórmulas y
demostraciones de matemáticas que iba aprendiendo. Esto daba un aire
de saber a mi habitación. Algo que nadie sabía, estaba en mi
habitación y me satisface tenerlo. Hay personas que dirían que
estoy loco por ello, pero a mí me gusta así y así quedará. Este
año, en segundo, estoy llenándola de cosas de física también y me
gusta como queda.
Hoja nueva para proseguir mi relato, mi última de las
historias. Estoy cansado, pero aún me quedan folios que rellenar con
palabras vacías que solo me llenan de vez en cuando y que pocos
entienden.
Creo y presiento que pronto moriré, aunque no por ello
estoy triste. Ójala llegue ese día, día perfecto para morir en
paz. Soy un viejo encerrado en el cuerpo de un joven,
Hoy tengo frío, mucho frío. Cada vez que como
chocolate me vuelvo más cansado y triste, no lo entiendo.
Mi amor, mi amante, mi locura, mi imaginación. Intento
aferrarme a algo en esta vida, pero nada agarro. Mi realidad, ¿cuál
es? ¿Qué es la realidad? ¿Lo que puedo tocar? Entonces mi realidad
es este papel, esta libreta, mi realidad es los estudios que curso.
Pero, ¿esa realidad me llena o me hace feliz? A ratos, solo a ratos.
La música me calma la sed de vivir ignorante. Si no lo
supiera, sería más feliz. Intento llorar, pero de mis ojos ya hace
tiempo que las lágrimas se fueron.
Hoy llueve, pero hace frío. Hoy estoy cansado, como el
día, pero estoy despierto como la luz. Mi mente es un cúmulo de
pensamientos y sentimientos. Rabia, euforia, amor, desesperación,
intranquilidad. Miro por mi ventana y observo las hojas de los
árboles moverse, hace viento, un viento helado. Quiero morir en la
inmensidad de la noche, Quiero que me arrope con sus oscuros brazos,
que me mate en silencio. Muero.
Supongo que la ignorancia y la incultura es lo peor que
puedes tener en esta vida materialista. Te machacan y te marginan
como ratas de alcantarilla, Te rechazan. En un segundo de
bachillerato se encuentra mi cuerpo, que joven es. Pero mi alma no
está en esta Tierra, mi alma no está conmigo. Es entonces cuando
pienso que mi cuerpo es solo un títere que alguien maneja a su
antojo y no deseo reclamar lo que es mío, no deseo luchar. Cuando
estos pensamientos se comparten, adquieren un sin sentido singular.
Por eso solo deseo morir con tranquilidad y, una vez muerto, que
éstas páginas lean y no se sientan culpables ni tristes. He vivido
y ahora estoy muerto, en algún lugar del mundo, no importa dónde,
cómo ni cuándo.
La vida es bella. Si fuese bella no habría muertes, ni
guerras ni perseguidores de homosexuales como si éstos fuesen una
aberración para la sociedad. No habría fascistas, ni liberales,
republicanos o demócratas. Si la vida fuese bella, habría
únicamente personas que se quieren entre sí, se aman y se respetan,
no importa quién tenga el poder del territorio en el que se vive.
¿Es a ésta Tierra a lo que llamamos casa? ¿Por qué
la destruimos pues? Un lugar llamado mundo. Hasta estas páginas
están contadas y planeadas.
La felicidad solo es real cuando se comparte. Lo que más
deseamos en esta Tierra es poseer aquello que no tenemos.
Se demanda estabilidad cuando en toda tu vida no la has
tenido, de un lado hacia el otro. Se deniega dicha estabilidad cuando
siempre la has poseído y ahora, quieres y deseas viajar y ver el
mundo, deseas irte y romper esos lazos, liberarte de las cadenas de
la responsabilidad. Libertad. La libertad solo es posible cuando
dichas cadenas que te atan, sí te las has puesto tú, porque has
decidido hacerlo libremente, lo has pensado y lo has realizado.
Ésta es la última página que me queda para mi
historia inacabada, mi última historia. He resumido los últimos
diecisiete años de mi vida en pocas páginas, aunque sigo
escondiendo cosas, detalles, secretos que ni yo mismo recuerdo y
cuyas situaciones jamás serán contadas.
La vida es un cúmulo de cosas inexplicables que nadie
podrá entender jamás, nadie logrará desentrañar el verdadero
significado de mis palabras cuando digo que la vida no existe, ni
existirá nunca.
Poco a poco, respiro, una y otra vez. Mi pecho se alza
como una montaña, tan grande como un universo.
Poco a poco, el Sol desciende hacia el horizonte. Sus
rayos deslumbrantes iluminan el cielo.
Poco a poco, mi vida va cobrando forma donde se acomoda
poco a poco.
¡Qué bello es vivir! ¡Qué feliz y radiante es mi
alma! Nunca antes mi vida había sido tan bella y hermosa. Tan llena
de hipócritas que se regocijan con sus ideas. Mentiras. Mentirosos.
Hipócritas. Luz y Sol.
Quisiera estar muerto para no ver más la luz cegadora
del astro rey, para no oír más la música restallar en mis oídos.
Quisiera estar muerto para decirte te quiero, susurrarte y sentirte.
Sólo la muerte decide. Quiero dejar de pensar. Me obligan, me opongo
a su causa.
Como una sombra por el mundo voy, nadie me conoce y
todos olvidan mi ser. Ni siquiera yo sé quién soy. Ni siquiera yo
sé cómo soy.
Terminando segundo de bachiller y este relato me
encuentro.
Era un día húmedo, llovía, las nubes danzaban en el
cielo, alegres por renovar sus cortas vidas, como un suspiro. También
hacía frío ese día, tan perfecto como sus labios que tan lejos
estaban de los suyos.
Quedan menos días para esta pesadilla acabar, menos de
diez días.
Habré acabado esta etapa de mi vida tan penosa e
indescriptible como el amor, tan penoso, como un beso, como una
ilusión, como el objetivo de las personas. Llevaré lejos mis
recuerdos. Acabar. Destrozar. Morir.
“Estaré deprimido toda mi vida”. Celebrar que he
terminado todo y nada me ata a esta Tierra. Feliz porque voy a morir
de una vez por todas, adiós a todos. Fin.