Desde la silla de oro, la lluvia en mi mente resuena, los truenos se hacen ecos, los relámpagos no son más que haces de luz que apenas veo. Desde esta silla contemplo mi pesar, asiento a las preguntas que siempre me ponen encima de la mesa, preguntas que ya se saben desde que se nace.
Yo hago una pregunta al mundo desde mi más esplendorosa silla:
¿Merece la pena seguir viviendo con tantas injusticias?
